Desde hace un tiempo mi tiempo no es. No tengo.
Desde hace un tiempo me dedico a correr. Quiero hacer todo aquello que sé que, una vez con mi estrella, no podré hacer, porque todo el tiempo será suyo. Aún así, intento detenerme, obligarme a hacer pequeñas paradas, ligeros descansos, incisiones en el espacio, cambios de aires, actividades alternativas a la rapidez. Lo consigo, pero sólo durante el tiempo que dura ese instante. Pasado el momento, sigo pisando el acelerador.
La velocidad se ha hecho un hueco demasiado grande en mí. Veo pasar a través de las ventanillas el paisaje demasiado rápido. Lo intento admirar, disfrutar, pero no da tiempo. Veo a la gente en el camino, disminuyo el paso pero no me detengo. Si realmente quieren subir, que se den prisa. Yo hice el esfuerzo de aminorar.
No sé donde debo ir a recuperar mi paciencia. La perdí. Perdí la porción que me corresponde y la que siempre he compartido con los demás, la mayor. Ellos también pueden, que corran. Pero no corren. Y yo no espero. Y sigo mirando a través de los cristales cómo se quedan atrás. Cómo los dejo atrás.
Esta mañana me desperté sin notar el corazón acelerado, sin ir a por el café haciendo una lista mental de todo aquello que debo dejar hecho hoy. Me he sentado delante del ordenador para ir adelantando tareas y he frenado en seco. Quiero bajar y dejarme ayudar a empujar el tren.
No quiero en mi viaje, no quiero conmigo, sólo a quien corra más. Necesito a mi lado al lento, al desganado, al cojo, a la floja, y al despistado.
noviembre 2, 2009 at 10:53 am
En una sociedad donde la rutina es un contínuo correr, hacer casi como autómatas lo que debiera realizarse en más tiempo.
Cuando nos vemos obligados a tener que correr, no todos pueden o quieren llevar el mismo ritmo, y en ocasiones no basta con aminorar, porque a quienes dejaste mirando en aquella estación aún no consiguieron llegar. Debes detenerte ante el tiempo…, como has hecho hoy. Date cuenta que quizás, a quien dajas atrás es a tí misma…, impidiéndote a disfrutar de lo que ves, de lo que vives, de lo que esperas o tan siquiera a llorar por lo que dejaste atrás.
El ritmo de la vida lo marcamos cada uno aunque en ocasiones nos vemos atrapados en los ritmos de otros, y cuando ese otro es el entorno laboral, nos dejamos llevar porque es lo que hará que las pequeñas cosas cobren sentido, pero también puede atraparte e impedirte ver.
Tu estrella llegará cuando tenga que llegar y es normal que quieras hacer muchas cosas para cuando después…, ¿no puedas? Bueno…, sólo algunas no podrás, y otras…, las harás de otra manera. Es precioso esperar y disfrutar de esa espera, y quizás preciso el desesperarte ante las prisas que te envuelven, sintiendo que estás sola en la carrera, t así, descubrir que no estás sola y nunca lo estarás. Hay muchos participantes, sólo que no todos pueden llegar en los primeros puestos. Como tú dices…, has de esperar y recibir al cojo, al lento, al desganado, etc, porque todos y cada uno, desean estar a tu lado y al de tus proyectos.
Bravo por el tiempo que has detenido, por el aplazamiento de las otras cosas, y por la paciencia para llevar a término tan profundas reflexiones. 😉
noviembre 9, 2009 at 11:44 pm
Qué razón tienes y qué linda eres!!
noviembre 15, 2009 at 2:28 pm
[…] Tags: pensamientos Hoy repasando mis “deberes” para con la red encuentro un pensamiento de mi amiga xund-xund que iba a comentar en su misma entrada, pero luego he reflexionado y he preferido sacarlo a la luz […]