Llego desde Donde los Dragones Vuelan , a ratos llorando, pero sin estar cansada. Quiero pensar  que las lágrimas son más de alegría y esperanza que de añoranza y pena, pero debe haber un poco de todo. Será lo que tiene el empezar de nuevo.

Amounsulu . Aquí comienzo. Igual de emocionada. Igual de entusiasmada y con las mismas ganas de conocer el maravilloso país del que finalmente vendrá mi hijo o mi hija, Senegal. En varias ocasiones he leído experiencias de familias que afirman, plenamente convencidas y sin reparos, que tu no eliges el país donde buscar a tus hijos, sino que es el país el que te elige, porque, con independencia de la nacionalidad, de la forma de los ojos o del color de su piel, tu hijo/a es, simplemente, quien tenía que ser. Y quiero brindar por ello, aunque sea metafóricamente hablando.

Brindaré de la mejor forma que se me ocurre, y aprovechando que no hace ni dos semanas que acabó el Ramadán celebraré el “Tajabone”. También metafóricamente, o mejor dicho, musicalmente hablando.

“Tajabone”, en wolof (idioma utilizado por cerca de la mitad de la población senegalesa y lengua nativa de la etnia wolof) significa aguinaldo. Es una fiesta musulmana de Senegal que celebra el fin de Ramadán, que festeja el fin del ayuno. La gente se intercambia comida, se reparten dulces, y los niños, disfrazados de niñas, y las niñas, disfrazadas de niños, salen a la calle, a pedir lo que para nosotros sería el aguinaldo de navidad. Es una gran festividad, una gran celebración.

La canción, interpretada en wolof, invita al Tajabone y repite las preguntas que «el ángel Abdou Jabar te hará, al bajar del cielo para llevarse tu alma, ¿has ayunado? ¿has rezado?». Pero realmente es de esas canciones que lo dicen todo sin tener que entender nada.

Hoy, como si hubiese hecho ayuno, después de unos días duros, celebro el Tajabone.

¡Celebro Senegal!